sábado, 21 de noviembre de 2015

La tos ferina o convulsa


La tos ferina (a veces conocida como "pertusis") es una infección del sistema respiratorio originada por la bacteria Bordetella pertussis (oB. pertussis).
Se caracteriza por fuertes ataques de tos que a veces terminan con un sonido agudo que se emite al inspirar.
Afecta mayoritariamente a lactantes menores de 6 meses antes de que hayan podido recibir la protección adecuada a través de la vacuna correspondiente y a niños de 11 a 18 años cuya inmunidad (obtenida a través de la vacuna), ha empezado a disminuir.
Antes de que se descubriera la vacuna, en EE.UU. morían anualmente entre 5.000 y 10.000 personas a consecuencia de esta enfermedad.
En la actualidad, la vacuna contra la tos ferina ha reducido la cifra de muertes anuales a menos de 30. Pero en los últimos años la cantidad de casos de tos ferina ha empezado a aumentar.
En el año 2004, los casos de tos ferina superaron la cifra de los 25.000, una cantidad que no se había alcanzado desde el año 1950.

Signos y síntomas

Los primeros síntomas de la tos ferina son similares a los de un resfriado común:
* moqueo nasal
* estornudos
* tos leve
* fiebre leve

Al cabo de una a dos semanas, la tos seca e irritante se transforma en ataques de tos.
Durante un ataque de tos, que puede durar más de un minuto, el niño puede ponerse rojo o morado.
Y al finalizar el ataque, es posible que emita un ruido característico al inspirar o que vomite. Entre ataques sucesivos, el niño se suele encontrar bien.
A pesar de que muchos bebés y niños pequeños infectados por la bacteria B. pertussis desarrollan tanto los episodios de tos característicos como el sonido final que los acompaña, no todos los afectados los presentan. 
Y a veces los bebés no tosen ni emiten el sonido agudo como hacen los niños mayores. 
Un lactante afectado puede dar la sensación de que le falta aire para respirar, se le puede enrojecer la cara y hasta puede llegar a dejar de respirar (apnea) durante unos pocos segundos en un ataque de tos particularmente grave.
Los adultos y los adolescentes que padecen tos ferina pueden presentar síntomas más leves o atípicos, tales como tos prolongada (en vez de ataques de tos) o tos sin el sonido sibilante final.

Contagio

La tos ferina es altamente contagiosa.
La bacteria pasa de una persona a otra a través de diminutas gotas de fluido procedentes de la nariz o de la boca de una persona infectada.
Éstas gotas pueden ser transportadas a través del aire cuando la persona tose, estornuda o se ríe.
La gente se pueden infectar al inhalarlas o si las gotas entran en contacto con sus manos y después se tocan la boca o la nariz.
Las personas infectadas resultan más contagiosas durante las primeras fases de la enfermedad, aproximadamente hasta 2 semanas después del inicio de la tos.
Los antibióticos acortan el período de contagio a 5 días desde el inicio del tratamiento.

Prevención

La tos ferina se puede prevenir administrando la vacuna correspondiente, que forma parte de la vacuna DTPa (difteria, tétanos, y tos ferina acelular). 
La vacuna DTPa se aplica sistemáticamente en cinco dosis antes de que el niño cumpla seis años. Para permitir una protección adicional en el caso de que disminuya la inmunidad, actualmente la Academia Americana de Pediatría (AAP) recomienda que los niños de 11 a 18 años reciban una dosis de refuerzo de una nueva vacuna de combinación (denominada Tdpa), a ser posible cuando tengan 11 o 12 años, en lugar de la dosis de refuerzo (Td) contra el tétanos y la difteria que antes se administraba sistemáticamente a esta edad.
La vacuna Tdpa es similar a la vacuna DTPa pero contiene concentraciones menores del toxoide de la difteria y del tétanos. 
También se puede administrar a los adultos que no se hayan vacunado durante la adolescencia o la pre-adolescencia.
Esto es especialmente importante en aquellos adultos que conviven con lactantes, ya que estos últimos es posible que desarrollen graves complicaciones de la tos ferina que pueden poner en peligro sus vidas.
La inmunidad de un adulto a la tos ferina disminuye con el tiempo, de modo que, si usted se vacuna y se protege contra esta infección, también ayudará a proteger a su hijo de pocos meses contra la tos ferina.

Como ocurre con todos los programas de vacunación, existen importantes excepciones y circunstancias especiales. 
El médico de su hijo dispondrá de la información más actualizada al respecto.
Los expertos consideran que hasta el 80% de los miembros de una familia no vacunada desarrollará la tos ferina si viven en la misma casa que una persona que padece esta infección. 
Por este motivo, cualquier persona que entre en contacto con alguien que padezca la tos ferina debería recibir antibióticos para evitar el contagio. Los niños pequeños que todavía no hayan recibido las cinco dosis de la vacuna es posible que necesiten una dosis de refuerzo en el caso de que se expongan a un familiar infectado.

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