domingo, 8 de noviembre de 2015

Aún recuerdo el día que me enteré que una vida...

Aún recuerdo el día que me enteré que una vida se estaba formando en mi vientre, tantos nervios e inseguridades tuve, tanta ansiedad acumulada que no sabía a donde debía mirar, a quién debía abrazar, si llorar, de nervios, de alegría... 
Aún estudiante, joven e inexperta, temía por la seguridad que te podría llegar a dar. Aún así, aferrándome a Dios y a la bendición que era tenerte en mi vientre, luché a diario para salir adelante.
Aún recuerdo tus primeras pataditas, esa sensación extraña de sentirte independiente de mi, dentro mio. Desear en cada momento sentirte, contar los días para ir al médico para escuchar tu corazón, para sentirte cada vez más cerca
Los meses fueron pasando, entre mis estudios, trabajo arduo, y muchas expectativas fuiste creciendo.Cada vez te notaba más.
Uno de los momentos más hermosos de mi vida fue verte en esa pantalla. Nunca, hasta ese momento, pude imaginar que una imagen tan fría en blanco y negro, llenara mi corazón y le diera otro significado. Ahí estabas vos, mi amado hijo, hermoso con tus 5 deditos abiertos, como saludándome dentro de mi vientre. Aún luego de tantos años recuerdo esa imagen, recuerdo las lágrimas tibias en mi mejilla, éstas, llenas de inmensa felicidad.
Ya 6 meses de embarazo, continuamente bailabas al compás de la música de la casa de tu abuelo, bailabas con los olores de las comidas de tu bisabuela, que ganas desgarradoras de tenerte en mis brazos, de mirarte y contemplar en tus ojos mi vida, mi continuidad, mi vida.
8 meses y ya nada faltaba, con muchos sacrificios todo pronto tenía para tu llegada, las prendas planchadas ya habían secado al sol, tendederos de esperanza se vieron todos esos días.
Fue un domingo que naciste, ese día había tallarines de la abuela sobre la mesa, todo era festejo, la pasta de los fines de semana.Tu cara, tu serenidad, tu amor, fue todo lo que necesité ver en ese momento para saber que todo estaba bien.
A partir de ese día, cada día de mi vida tuvo sentido, ya no vivo por mi, vivo a traves de tus ojos, a través de tus dolores y tus logros. 
Hoy, luego de tantos años, luego de tantas noches en vela viéndote respirar, luego de tantos raspones de rodillas, luego de tantos llantos y muchas más sonrisas, afirmo que la bendición más grande es la de ser madre, joven o no tan joven, pobre, o no tan pobre, la vida es un regalo divino al cual debemos de acuñar y preservar como el más preciado tesoro. 

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